
Puede parecer que los niños se adaptaron más rápido al confinamiento que los adultos, pero muchas veces los más pequeños quedan expuestos a un exceso de información que no son capaces de procesar.
Entre los posibles efectos sicológicos que puede tener el encierro forzoso y sin plazo determinado en los menores está desarrollar irritabilidad, llorar o enfadarse por cosas sin importancia, tener episodios de tristeza, portarse mal, hacer berrinches o revelarse contra lo que está pasando.