Brogan Williams, una enfermera de 35 años de Reino Unido, falleció tras un error de diagnóstico. A pesar de no haber dado positivo en el virus, se le diagnosticó con COVID persistente, cuando en realidad estaba luchando contra un cáncer de mama.
La joven madre, residente en Wolverhampton, comenzó a experimentar dolores en el pecho en julio de 2021 y fue diagnosticada con cáncer de mama; sin embargo, pudo recuperarse. Nuevamente la mujer comenzó a padecer de dolores en el pecho, pero esta vez los médicos descartaron que los síntomas fueran indicativos de cáncer, ya que consideraron que era demasiado joven para recaer.
Diez días después le confirmaron que su cáncer había vuelto, pero esta vez se había extendido hasta los pulmones, por lo que le dieron la noticia que tan solo le quedaban dos semanas de vida. Lamentablemente, la familia anunció su deceso a través de Instagram, compartiendo un mensaje inspirador dejado Brogan: “Nunca dejes que nada se interponga en tu camino, busca las estrellas y sonríe mientras lo haces”.
Brogan había estado en remisión de un cáncer de mama desde octubre de 2020, pero comenzó a experimentar dolores de espalda y dificultades para respirar en 2021. Desafortunadamente, debido a la pandemia, no pudo acudir a una cita médica presencial, y su médico de cabecera y oncólogo consideraron que era improbable que el cáncer volviera debido a su juventud.
En febrero de 2021, se sometió a una resonancia magnética de la columna debido a sus síntomas, y el 18 de julio del mismo año, fue a urgencias por un fuerte dolor en el pecho. Los médicos atribuyeron esos síntomas erróneamente al COVID persistente y la enviaron a casa. No fue sino hasta el 27 de julio que le diagnosticaron cáncer de mama metastásico, y a partir de ese momento, comenzó a recibir cuidados paliativos y a escribir cartas para su hija, Freya.
