La Iglesia Católica no proclama santos al azar; estos son los estrictos requisitos

La Iglesia Católica no proclama santos al azar; estos son los estrictos requisitos

Foto: Freepik

La Iglesia Católica se preparaba para canonizar a Carlo Acutis, un joven italiano fallecido en 2006 a los 15 años, que utilizó internet para evangelizar. Su historia, su fe y sus milagros lo convirtieron en un fenómeno contemporáneo. Sin embargo, la muerte del papa Francisco detuvo el proceso.

 

Acutis destacó por su vida virtuosa y por usar sus habilidades informáticas para difundir la fe, creando una exposición en línea sobre milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia. En este contexto, ¿cómo se llega a ser santo y qué significa ser beato? México, tierra de mártires y devotos, también tiene sus propios nombres inscritos en la historia de la santidad.

 

¿Qué hace santa a una persona?

 

La Iglesia Católica no proclama santos al azar. El proceso es largo, meticuloso y profundamente espiritual. Todo comienza con una investigación exhaustiva de la vida del candidato, su obra, su ejemplo de virtud y, posteriormente, la validación de milagros atribuidos a su intercesión.

 

El proceso oficial para que una persona sea reconocida como santa en la Iglesia Católica consta de varias etapas:

 

Siervo de Dios: aquí se inicia un proceso en la diócesis donde vivió la persona y se presenta un informe sobre su vida y virtudes a la Santa Sede, que autoriza el inicio del proceso con un decreto llamado "Nihil obstat".

 

Venerable: El papa reconoce que la persona vivió una vida de virtud heroica, otorgándole este título.

 

Beato: Para ser beatificado, se requiere la verificación de al menos un milagro atribuido a la intercesión del candidato, salvo que sea mártir, en cuyo caso el milagro no es necesario. La beatificación permite la veneración local o regional.

 

Santo: La canonización requiere la confirmación de un segundo milagro posterior a la beatificación. El papa aprueba el decreto de canonización y la persona es reconocida oficialmente como modelo universal de virtud cristiana, con veneración pública en toda la Iglesia.

 

El papa puede solicitar algunos requisitos en casos especiales, pero en general estos pasos están regulados por la Constitución Apostólica Divinus perfectionis Magister y el Código de Derecho Canónico.

 

¿Beato o Santo?

 

Aunque ambos son considerados modelos de vida cristiana, la diferencia fundamental entre un beato y un santo radica en el nivel de veneración permitido.

 

Un beato puede ser honrado en un área geográfica específica o dentro de una orden religiosa; es un paso previo a la santidad y se requiere al menos un milagro; mientras que un santo puede ser venerado públicamente en todo el mundo católico, donde se requiere de un segundo milagro para la consideración.

 

México, tierra de mártires, santos y beatos

 

La espiritualidad mexicana ha dado al mundo numerosos testigos de fe. El más emblemático es San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, canonizado por el papa Juan Pablo II en 2002, reconocido por ser el indígena que presenció las apariciones de la Virgen de Guadalupe en 1531.

 

Pero hay más, México tiene al menos 30 santos canonizados. Entre ellos destacan:

 

San Felipe de Jesús: Fue el primer santo mexicano, canonizado en 1862. Era un misionero franciscano que murió como mártir en Japón en 1597.

 

San Rafael Guízar y Valencia: Fue canonizado en 2006. Fue un obispo que destacó por su trabajo pastoral y su dedicación a los pobres.

 

San José Sánchez del Río: Canonizado en 2016, fue un joven mártir cristero que murió durante la Guerra Cristera en 1928. Su martirio es recordado por su valentía y fe inquebrantable.

 

San Cristóbal Magallanes y compañeros: Este grupo incluye a 25 mártires mexicanos canonizados en 2000, la mayoría sacerdotes, que dieron su vida durante la Guerra Cristera. Entre ellos se encuentran Cristóbal Magallanes, Román Adame y otros sacerdotes y laicos que defendieron su fe frente a la persecución.

 

Santa María de Jesús Sacramentado Venegas: Fue la primera mujer mexicana en ser canonizada, en el año 2000. Fundó varias congregaciones religiosas y se destacó por su dedicación a los pobres y enfermos.

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