
Las vacaciones para los estudiantes y algunos trabajadores han concluido, así que las familias retomarán su rutina tras dos semanas de descanso. Sin embargo, para muchas personas este regreso puede no ser tan sencillo, ya que pueden experimentar el llamado síndrome postvacacional, un fenómeno que afecta tanto a trabajadores como a estudiantes y que se manifiesta como un malestar físico y emocional al volver a la vida cotidiana.
El síndrome postvacacional es un estado de adaptación difícil que ocurre al pasar de un período de descanso y ocio a la rutina habitual de trabajo, estudio o responsabilidades diarias.
No es una enfermedad en sí misma, sino una reacción natural al cambio brusco en los hábitos de vida. Se caracteriza por una serie de manifestaciones tanto físicas como sicológicas que dificultan la reincorporación a las actividades normales.
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— Imagen Poblana (@ImagenPoblana) April 26, 2025
Entre los síntomas físicos más comunes se encuentran:
- Cansancio generalizado y fatiga
- Dolores musculares
- Falta de apetito
- Problemas de sueño
- Molestias digestivas
En cuanto a los síntomas síquicos, destacan:
- Irritabilidad y nerviosismo
- Apatía y falta de motivación
- Tristeza o sensación de nostalgia
- Dificultad para concentrarse
- Ansiedad en algunos casos
Este conjunto de síntomas puede afectar tanto a adultos como a niños y adolescentes, aunque en estos últimos suele ser menos frecuente si están a gusto en su entorno escolar.
¿Cuánto dura el síndrome postvacacional?
La duración del síndrome postvacacional varía según la persona y sus circunstancias particulares. Generalmente, los síntomas se presentan durante un periodo breve, que va de 2 a 14 días, aunque en algunos casos pueden extenderse hasta dos semanas o un poco más.
Si los síntomas persisten más allá de dos semanas, es recomendable consultar a un profesional de la salud mental para descartar otros trastornos como la depresión o ansiedad clínica.
Factores que influyen en la duración e intensidad incluyen:
- La duración y calidad del descanso vacacional
- El grado de satisfacción con el trabajo o la escuela
- La presión y carga laboral o académica
- La capacidad personal para manejar el estrés y adaptarse a cambios
- Condiciones emocionales previas, como estrés crónico o insatisfacción general
¿A quiénes afecta más?
No todos experimentan este síndrome con la misma intensidad. Según datos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), afecta hasta 35 % de los trabajadores y 25 % de los estudiantes tras periodos largos de descanso.
En México, el síndrome postvacacional afecta a un porcentaje importante de la población trabajadora, con estimaciones que indican que entre 25 % y 50 % de los empleados experimentan este malestar al regresar de sus vacaciones. De acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), aproximadamente cinco de cada diez trabajadores sufren ansiedad, estrés y síntomas físicos relacionados con este síndrome, como cansancio, falta de concentración, dolores musculares y problemas digestivos.
Las personas más propensas son:
- Adultos entre 25 y 45 años: este rango de edad es el más vulnerable, ya que suelen idealizar las vacaciones como el único espacio para el bienestar personal.
- Trabajadores insatisfechos con su empleo: en México, alrededor de 75 % de la fuerza laboral no está satisfecha con su trabajo, lo que intensifica los sentimientos negativos asociados al síndrome postvacacional, como desánimo y baja motivación.
- Personas con alta carga laboral y estrés: México es uno de los países con mayor prevalencia de estrés laboral, con 75 % de trabajadores afectados por fatiga relacionada con el estrés, lo que agrava la experiencia del síndrome.
- Sectores con ambientes laborales tensos: profesionales en áreas como salud presentan altos niveles de burnout, lo que dificulta la reincorporación tras las vacaciones.
¿Cómo podemos evitar o minimizar el síndrome postvacacional?
La prevención es la mejor manera de afrontar este síndrome. Existen varias estrategias prácticas que ayudan a una transición más suave y a reducir el impacto del retorno a la rutina:
- Programar la vuelta al trabajo o estudio con tiempo, idealmente regresar un par de días antes para ir adaptándose poco a poco.
- Organizar las actividades laborales o escolares de forma progresiva, priorizando tareas y evitando sobrecargas en los primeros días.
- Mantener hábitos saludables como respetar las horas de sueño, llevar una dieta equilibrada y practicar ejercicio físico, que ayuda a reducir el estrés mediante la liberación de endorfinas.
- Evitar excesos de alcohol, cafeína y tabaco, ya que pueden agravar los síntomas de ansiedad y fatiga.
- Incorporar actividades de ocio y tiempo para uno mismo dentro de la rutina diaria para mantener el bienestar emocional.
- Adoptar una actitud positiva y realista; ver el regreso a la rutina como una oportunidad para nuevos proyectos o aprendizajes.