
Históricamente, la disciplina en muchos hogares mexicanos se basó en el uso de castigos físicos y verbales. La famosa frase “una nalgada no hace daño” era comúnmente utilizada por padres y abuelos como justificación para emplear la violencia física como herramienta educativa.
Actualmente, en el mes dedicado a la niñez, es fundamental preguntarnos: ¿realmente han cambiado las formas en que los padres educan y disciplinan a sus hijos? ¿Se ha erradicado el castigo corporal y el uso de lenguaje ofensivo en la crianza moderna?
Según un informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el año 2018, 57.3 % de los menores de 17 años en México fueron sujetos de algún tipo de castigo corporal en su hogar.
Sin embargo, con el paso del tiempo, las formas de crianza han comenzado a cambiar, impulsadas por un mayor conocimiento sobre los derechos de los niños, la pedagogía y la sicología infantil. La educación positiva, que promueve la disciplina sin violencia, es ahora una alternativa que muchos padres y madres adoptan.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, la proporción de madres y padres que reportan usar métodos no violentos, como el diálogo y la reflexión, ha ido en aumento.
La #ENDIREH 2021 muestra también información sobre violencia digital, violencia durante el parto o cesárea, violencia sexual en la infancia y estima el efecto del confinamiento por la COVID19 en los conflictos en el ámbito familiar y de pareja, entre muchas otras temáticas.
— INEGI INFORMA (@INEGI_INFORMA) August 30, 2022
No obstante, aún persisten patrones de crianza autoritarios, en los que prevalecen castigos físicos y una comunicación agresiva.
El maltrato infantil y sus estragos
Se define como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años. Esto incluye maltrato físico, abuso sexual, maltrato sicológico y maltrato médico.
Con ello, el maltrato infantil tiene graves consecuencias en la salud física y mental de los niños, que pueden persistir durante toda su vida. Los castigos físicos pueden generar problemas de salud mental, dificultades en las relaciones sociales y un menor rendimiento académico. Además, los niños que sufren maltrato tienen mayor probabilidad de abusar de otros cuando llegan a la edad adulta, perpetuando así un ciclo de violencia.
A nivel mundial, seis de cada diez niños menores de 5 años sufren regularmente castigos corporales o violencia sicológica por parte de sus padres o cuidadores.
Una de cada cinco mujeres y uno de cada siete hombres declaran haber sufrido abusos sexuales durante la infancia.
En México, el maltrato infantil sigue siendo un problema grave y persistente. De enero a febrero de 2025, se reportaron 5,862 delitos contra personas de 0 a 17 años, cifra que representa un aumento de 1.2 % respecto al mismo periodo de 2024.
Entre estos delitos destacan la corrupción de menores, extorsión, feminicidios, homicidios dolosos y lesiones.
¿Un cambio de paradigma?
Pese a la persistencia del maltrato, en los últimos años existe un avance significativo en cuanto a la concienciación sobre los derechos de los niños y las formas alternativas de crianza.
El desafío radica en erradicar las formas tradicionales de castigo físico y verbal, promoviendo una crianza basada en el respeto y la empatía. Los avances en la conciencia social y las nuevas políticas de protección infantil son pasos hacia un futuro donde los niños puedan crecer en un entorno seguro, saludable y amoroso.
No obstante, es fundamental que tanto el gobierno como la sociedad sigan trabajando en conjunto para que las futuras generaciones de niños no solo reciban un trato mejor, sino que tengan las herramientas necesarias para ser adultos emocionalmente saludables y responsables.