
Se acerca el 1º de mayo, Día Internacional del Trabajo, y en México hay poco que celebrar para millones de personas que, aunque tienen empleo, lo hacen en condiciones precarias. El país ha presumido un incremento constante al salario mínimo durante los últimos años, incluso por encima de la inflación, pero la realidad en las calles, en los centros comerciales, en las cocinas, en las bodegas y plataformas digitales revela que la dignidad laboral todavía es un privilegio, no un derecho garantizado.
Aumentó el salario mínimo… pero no el bienestar
Este 2025, el salario mínimo general en México pasó de 248.93 a 278.80 pesos diarios en la mayor parte del país, y a 419.88 pesos en la frontera. Estas cifras, sin duda, representan avances frente a décadas de estancamiento salarial.
Y, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), estos incrementos han contribuido a reducir la pobreza laboral, que se ubicó en 35.8% en el primer trimestre de 2024, el nivel más bajo registrado. Sin embargo, a pesar de estos avances, no siempre aplican para todos ni en todas las condiciones.
Desde 2010, el #CONEVAL publica trimestralmente el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (#ITLP) que ha permitido hacer un seguimiento periódico y menos espaciado de la situación económica de la población. ????????????????
— CONEVAL (@coneval) April 22, 2025
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¿Qué es un empleo precario?
Se considera empleo precario aquel que, aunque brinda una ocupación, no ofrece ingreso suficiente, estabilidad, acceso a salud, seguridad social o derechos básicos como vacaciones, aguinaldo o contrato formal.
De acuerdo con datos recientes, aproximadamente 19.8 millones de trabajadores en México —es decir, 33.4% de la población ocupada— laboran en condiciones críticas que incluyen bajos salarios, falta de seguridad social, ausencia de prestaciones laborales y contratos informales o inexistentes. Esta precariedad se manifiesta en:
- Salarios bajos: en 2011, 46.3% de los trabajadores tenía un salario considerado bajo, y aunque ha habido incrementos en el salario mínimo, la proporción de empleos con bajos ingresos sigue siendo alta.
- Falta de seguridad social: más de 35 millones de trabajadores (61% de la fuerza laboral) no cuentan con acceso a instituciones de salud ni seguridad social, lo que implica que no tienen derecho a incapacidades ni a prestaciones básicas.
- Informalidad laboral: cerca de 16.7 millones de trabajadores no tienen contrato escrito, y otros 3.3 millones cuentan con contratos temporales.
- Ausencia de prestaciones: más de 13 millones carecen de prestaciones como vacaciones, bonos o pagos por desempeño.
¿Quiénes están más afectados?
Los jóvenes de entre 15 y 29 años son los más vulnerables. De acuerdo con datos recientes, 7.6 millones de jóvenes trabajan sin contrato, con sueldos bajos o en empleos inseguros. Y eso sin contar a los que ni siquiera han podido integrarse al mercado laboral.
Además, sectores con alta demanda como el comercio, los restaurantes, el transporte y los servicios personales —donde trabajan millones de mexicanos— presentan los mayores niveles de precariedad. Aunque generan empleo, lo hacen bajo esquemas que excluyen las prestaciones mínimas de ley.
Un caso emblemático es el de los repartidores de aplicaciones como Uber, Rappi o DiDi. Son parte de la llamada “nueva economía”, pero sus condiciones son viejas: sin seguro, sin vacaciones, sin aguinaldo y sin derecho a sindicalizarse. Muchos deben cubrir sus propios gastos médicos, de transporte y hasta asumir responsabilidades ante accidentes.
Aunque en diciembre de 2024 los diputados aprobaron una ley que busca proteger sus derechos, su implementación aún está en curso y hay incertidumbre sobre su efectividad.
Más que un salario: el trabajo digno sigue pendiente
Finalmente, podemos decir que los aumentos al salario mínimo son un paso importante, pero no suficiente. Mientras millones de trabajadores sigan sin acceso a seguridad social, sin contratos estables, sin prestaciones y sin representación, no podremos hablar de empleo digno.
Este Día del Trabajo, México debe hacer más que conmemorar: debe mirar de frente a quienes sostienen la economía con jornadas agotadoras y derechos ausentes. Porque el trabajo no solo debe ser una fuente de ingreso, sino de bienestar y dignidad.