La lucha obrera los tiempos del algoritmo digital

La lucha obrera los tiempos del algoritmo digital

Hoy es 1º de mayo, día internacional del trabajo, miramos a la distancia las marchas, las huelgas y las revueltas obreras por las que hoy tenemos derechos garantizados; a la distancia porque ahora el movimiento obrero parece vivir su periodo de mayor reflujo. ¿Dónde está el movimiento obrero? Han sido dos factores importantes que inciden en la retracción de la lucha: la llegada de la 4T al poder y la fragmentación de los nuevos puestos de trabajo que tiene la 5ª Revolución industrial. Vamos a explicar con detalle.

 

Sin duda, el triunfo de López Obrador incidió en que las luchas populares menguaran, quizás uno de los errores más grandes es la desmovilización. El propio AMLO sentenció que él dejaría el poder de forma anticipada si se convocaba una megamarcha en su contra. La oposición nunca pudo, pero la izquierda tampoco salió a las calles, salvo en contadas ocasiones y como respuesta a los llamados de AMLO. Alguno grupos que se mantuvieron radicales, como los normalistas y los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en muchas ocasiones fueron calificados de traidores.

 

También hay que reconocer que el sexenio de AMLO fue un oasis para los derechos laborales frente al enorme desierto que representó el neoliberalismo. Por primera vez en 40 años el salario mínimo recuperó poder adquisitivo, se eliminaron las leyes de la reforma laboral de Calderón y se obtuvieron diferentes conquistas como el aumento de días de vacaciones. No obstante, queda un camino muy largo por andar: la jornada de 40 horas, la reforma jubilatoria, el reconocimiento de enfermedades laborales ocasionadas por la tecnología, la paridad de género, por mencionar algunas demandas y aunque muchos se quejan de que el “gobierno de la 4T” no lo hace, tampoco hay movimiento obrero que lo exija. Se olvida que el enemigo no es ahora el gobierno, sino que, en la sociedad de clases, el enemigo es el capitalista.

 

Sin movimiento obrero, el campo de acción de la compañera presidenta Claudia, será igual de limitado que el que tuvo AMLO. Y si el partido (MORENA) no es capaz de asumir las vanguardias de lucha, tendrá que ser irremediablemente rebasado, pero los trabajadores no podemos seguir con brazos cruzados.

 

Por otro lado, los cambios en la organización del trabajo por efectos de la 5ª Revolución industrial que es la incorporación de inteligencia artificial a los procesos laborales, también incide en la fragmentación de las luchas. Por ejemplo, la mediación de las plataformas digitales (apps) entre consumidores y productores moldea un nuevo tipo de trabajo que aparencialmente no está subordinado al empresario. Esa apariencia es reforzada con un discurso de falso empoderamiento, bajo el cual, el trabajador es “libre” de asumir jornadas flexibles pero también carece de salario fijo y prestaciones, por estar en la modalidad free lance y que en su conjunto representan un segmento de informalidad laboral.

 

La informalidad laboral refiere a la población trabajadora que es vulnerable, sea porque trabaja en empresas no registradas, trabajadores domésticos, trabajadores agrícolas de subsistencia, trabajadores no remunerados y trabajadores que laboran sin alguna prestación. Aunque la informalidad laboral ha disminuido durante la 4T, sigue siendo casi del 55%. Esto significa que más de la mitad de los trabajadores en México carecen de empleos decentes, como se aprecia en la gráfica siguiente.

 

Elaborado con datos de INEGI

 

Los puestos informales son empleos precarios en donde se ubican principalmente trabajadores de la economía de plataformas como Uber, Didi, Rappi o Amazon. Miles de personas trabajan sin contrato, sin prestaciones y sin la posibilidad real de organizarse colectivamente. A esto se suma la automatización que amenaza con sustituir empleos humanos por inteligencia artificial y robots, sin que exista aún una política pública clara que proteja a quienes podrían quedar excluidos. Por otro lado, los trabajos formales también están precarizados, la tecnología hoy obliga a un trabajador a estar conectado 24/7 bajo el panóptico digital que controla cada minuto dentro y fuera de la empresa.

 

México enfrenta una doble deuda. Por un lado, resolver los rezagos del viejo modelo: salarios bajos, informalidad crónica y jornadas extensas. Por otro, construir derechos laborales para nuevas formas de empleo que no caben en el marco legal vigente. ¿Qué derechos tiene un repartidor que depende del algoritmo? ¿Quién defiende al trabajador freelance ante el desgaste emocional o el burnout digital? ¿Cómo garantizamos seguridad social para quienes no cotizan, pero trabajan todos los días?

 

Este primero de mayo es una oportunidad para repensar el trabajo en clave de dignidad. El movimiento obrero del siglo XXI necesita sindicatos que comprendan la era digital, políticas que garanticen el derecho a la desconexión, a la salud mental y a la estabilidad en medio de la incertidumbre tecnológica.

 

*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras

 

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