
La reciente ola de recortes y cambios en la política sanitaria de Estados Unidos ha encendido las alarmas en la comunidad internacional. Bajo la administración de Donald Trump y con Robert F. Kennedy Jr., conocido por su escepticismo hacia las vacunas, al frente del Departamento de Salud, el país ha cancelado cientos de investigaciones clave sobre virus emergentes y ha dado un giro radical en su enfoque hacia la vacunación y la cooperación internacional.
Ante ello, ¿qué papel juega la ciencia y la salud pública estadounidense en la protección global? ¿Estamos ante un riesgo real para la salud mundial?
Estados Unidos, motor de la salud global
Estados Unidos ha sido, durante décadas, el principal impulsor y financiador de programas de salud pública a nivel internacional. Tan solo en 2023 destinó 12,400 millones de dólares, más de 40 % de la ayuda oficial global en salud, a iniciativas como la lucha contra el VIH/sida (PEPFAR), la malaria (PMI) y la tuberculosis, así como a grandes instituciones multilaterales como la OMS y la Alianza Mundial para las Vacunas (GAVI). Con lo que estas inversiones han salvado millones de vidas, frenado pandemias y fortalecido los sistemas de salud en decenas de países.
Sin embargo, en marzo de este año, la administración Trump canceló casi 600 proyectos relacionados con el COVID-19 y otros virus emergentes, incluyendo un programa de 577 millones de dólares dedicado a desarrollar antivirales para el SARS-CoV-2 y otros seis virus con potencial pandémico.
Expertos advierten que estas decisiones son “claramente miopes” y peligrosas para la preparación ante futuras pandemias, ya que estudiar estos virus y la respuesta institucional es crucial para prevenir nuevas crisis sanitarias.
La suspensión de fondos y la retirada de Estados Unidos de organismos internacionales como la OMS, así como el recorte en programas de los CDC, dejan vacíos difíciles de llenar. Enfermedades que estaban controladas o casi erradicadas, como el sarampión, la tuberculosis o la poliomielitis, podrían resurgir, especialmente en regiones vulnerables y fronterizas, como México.
En tanto, la llegada de Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Salud ha intensificado la preocupación. Kennedy, un conocido líder del movimiento antivacunas, ha propagado teorías desacreditadas sobre la seguridad de las vacunas y ha sembrado confusión en un momento crítico: Estados Unidos enfrenta brotes de sarampión y tasas de inmunización en descenso, que en 2022 y 2023 cayeron hasta el 85.8 % entre los niños, muy por debajo del umbral del 95 % necesario para la inmunidad colectiva.
La desinformación proveniente de figuras influyentes no solo pone en riesgo a la población estadounidense, sino que también afecta a países vecinos y socios comerciales. La movilidad internacional y la interconexión de los sistemas de salud hacen que un brote en Estados Unidos pueda tener repercusiones inmediatas en todo el continente y más allá.
¿La salud global está en riesgo?
Con un personaje antivacunas al frente del sistema sanitario estadounidense y el desmantelamiento de programas de investigación y cooperación internacional, el mundo enfrenta varios riesgos:
- Resurgimiento de enfermedades infecciosas prevenibles por vacunas, como el sarampión y la poliomielitis.
- Interrupción de la red global de vigilancia y respuesta ante pandemias, debilitando la capacidad de anticipar y contener nuevas amenazas.
- Pérdida de liderazgo científico y financiero en la salud global, lo que podría ralentizar el desarrollo de nuevas vacunas y tratamientos.
- Incremento de la desinformación y la desconfianza en la ciencia, dificultando la respuesta coordinada ante futuras crisis sanitarias.
Estados Unidos ha sido, históricamente, un pilar en la salud pública mundial. Las recientes políticas de recorte, el escepticismo hacia la vacunación y la cancelación de investigaciones clave no solo afectan a la población estadounidense, sino que ponen en jaque la seguridad sanitaria global.
En un mundo interconectado, la salud de un país es la salud de todos. El retroceso de Estados Unidos en ciencia y salud pública abre la puerta a nuevas amenazas y desafía a la comunidad internacional a buscar alternativas para proteger los avances logrados en las últimas décadas.
Expertos en salud pública advierten que estamos ante un posible retroceso global. Lo que ocurra en EU en los próximos años podría determinar si el mundo está mejor preparado para enfrentar la próxima pandemia o si simplemente volverá a improvisar entre el caos.