
Aunque las vacaciones suelen asociarse con el bienestar y la recuperación, diferentes estudios revelaron que sus beneficios pueden ser más efímeros de lo que se piensa. Si bien existe evidencia epidemiológica que respalda su impacto positivo en la salud, también se identificaron algunos efectos adversos que surgen al retomar la rutina laboral.
Uno de los fenómenos más comunes tras el regreso al trabajo es la llamada “tristeza posvacacional”, pues según un artículo de Forbes, esta sensación se relaciona con una caída en los niveles de dopamina provocada por la interrupción de experiencias placenteras. Como resultado se puede presentar síntomas como la anedonia, baja motivación y una sensación de vacío, lo que se agrava por el estrés laboral, afectando el sistema de recompensa cerebral.
Además de los cambios emocionales, el cuerpo también sufre alteraciones químicas, ya que antes de salir de vacaciones, los niveles de adrenalina aumentan por la anticipación del descanso. Sin embargo, al regresar, el organismo tarda en relajarse, lo que puede intensificar el malestar. Según los expertos, esta transición abrupta entre placer y exigencia profesional puede generar ansiedad y resistencia.
Otro fenómeno que surge durante este periodo es la llamada “enfermedad del ocio”, la cual se identificó en un estudio piloto llevado a cabo en Países Bajos. Según los investigadores, aproximadamente 3 % de los participantes presentó síntomas como cefalea, fatiga, náuseas o infecciones durante o justo después de las vacaciones. Este cuadro se vincula al estrés previo y a la dificultad para desconectarse del entorno laboral, especialmente en personas con alta necesidad de logro o un fuerte sentido de responsabilidad.
Los expertos señalan que el sistema inmunológico puede estar debilitado por el estrés acumulado antes del descanso, y que al relajarse, el cuerpo manifiesta diferentes dolencias. Además, pensar constantemente en los problemas laborales durante el descanso reduce en gran medida los beneficios emocionales y físicos que se esperan de las vacaciones.
Para mitigar estos efectos, los expertos proponen estrategias que faciliten la transición, como establecer objetivos diarios, mantener una rutina estructurada y programar nuevas experiencias. También se recomienda incluir días de adaptación antes de retomar el trabajo, llevar a cabo ejercicio con regularidad y evitar reincorporarse con tareas exigentes, optando por llevar a cabo actividades más ligeras como la organización del calendario.
Finalmente, los investigadores concluyeron que aunque las vacaciones siguen siendo esenciales para la salud, su impacto depende completamente de cómo se gestionan antes, durante y después del descanso. Asimismo, señalaron que es importante lograr una desconexión real y planear el regreso con inteligencia emocional, para que el descanso no se convierta en una fuente extra de estrés.