Con la llegada de la temporada de fríos, muchos se preparan para sacar los suéteres y abrigos para enfrentar las inclemencias del tiempo y evitar enfermedades respiratorias, sobre todo en los menores.
Sin embargo, el pediatra Melitón Morales aclara que el frío, por sí solo, no provoca males respiratorios, sino que estos se presentan principalmente por virus, bacterias y descuidos en los hábitos de prevención.
En entrevista, el especialista dice que el aire frío no provoca las infecciones; “lo que pasa es que durante el invierno los virus circulan más fácilmente, porque las personas tienden a permanecer en lugares cerrados, con poca ventilación y en contacto cercano”.
Menciona que los niños son particularmente vulnerables debido a que su sistema inmunológico aún está en desarrollo, y en guarderías y escuelas el contacto con otros menores enfermos acelera la propagación de patógenos como el virus de la influenza, el virus sincicial respiratorio o el rinovirus, causante del resfriado común.
“Cuando hace frío, los vasos sanguíneos de la nariz se contraen para conservar calor, lo que reduce la capacidad defensiva de las vías respiratorias. Si además el niño no está bien abrigado o se expone a cambios bruscos de temperatura, el cuerpo se vuelve más susceptible a los virus que ya están en el ambiente”.
El pediatra subraya que el frío no enferma directamente, pero crea condiciones ideales para que los virus actúen, como el no lavarse las manos, enviar a los pequeños enfermos a la escuela o mantener espacios cerrados sin ventilación.
El médico especialista añade que en esta temporada se presenta un aumento en consultas por bronquitis, laringitis y neumonía, que en su mayoría podrían evitarse con medidas preventivas básicas, como abrigar a los niños y evitar la exposición prolongada al aire frío, mantener al día sus vacunas, fomentar el lavado frecuente de manos y ventilar las habitaciones.
“No es el frío el que enferma, sino cómo nos comportamos frente a él”, asevera, por lo que en lugar de temer al invierno es mejor estar preparados y prevenidos, ya que aunque el frío no sea el culpable directo, puede convertirse en el cómplice perfecto, cuando los virus encuentran un cuerpo sin defensas y un hogar cerrado y sin ventilación.